Siempre me ha sorprendido, mirando los desastres de la humanidad, del pasado y del presente, que los creyentes de las 3 religiones monoteístas sigan creyendo en un dios bondadoso y omnipotente. Si pensamos por un momento en Auschwitz (tomando como ejemplo uno de los mayores crímenes contra la humanidad), llegaremos inmediatamente a la conclusión de que Dios, si existe, no es omnipotente, o de que, si existe, es onmipotente y verdaderamente malvado y cruel. Blumenthal sostiene la tesis de un “Dios cruel”, lo que me parece muy lúcido (ver Dios, el mal y otros ensayos, Manuel Fraijó, 2004).
Personalmente, pienso que la idea de un dios bondadoso y omnipotente resulta un insulto hacia el mismo dios (¿incompetencia, masoquismo o esquizofrenia?) y un insulto, sobre todo, hacia las víctimas. Tomando como ejemplo las barbaries cometidas en la Segunda Guerra Mundial, quien piensa en Auschwitz-Birkenau (1.100.000 víctimas), piensa también en otros campos de exterminio y concentración: Treblinka (850.000 víctimas), Belzec (435.000), Mauthausen (300.000), Sobibor (250.000), Chelmno (155.000), Madjanek (80.000), Dachau (32.000), en las masacres de Rumbula, Liepaja y Babi Yar, y en el total de víctimas del Holocausto a manos de los nazis (11 millones: 6 millones de judíos, 500.000 gitanos, 3 millones de polacos no judíos, 5.000 – 15.000 homosexuales, 250.000 alemanes minusválidos, un número indefinido de prisioneros de guerra y prisioneros políticos…) que fueron masacrados, mutilados y gaseados. La idea de un dios bondadoso y omnipotente no sólo parece absurda sino que, recordando a las víctimas, es una tesis que no puede defenderse sin insultar tanto sufrimiento y barbarie. Como ejemplo magistral de barbarie, atrocidad e injusticia no sólo tenemos el Holocausto “europeo”, sino también el espeluznante y olvidado Holocausto “asiático” (20 millones de víctimas a manos de los japoneses: exterminio, entierro de prisioneros chinos vivos, violaciones, matanzas y masacres de mujeres y niños -no olvidemos la masacre de Nanjing, 1937-), y otros hechos sangrientos: los Gulags bajo el régimen de Stalin (20 millones de víctimas), las barbaries de la Italia fascista de Mussolini, Hiroshima y Nagasaki, Vietnam, Corea, el genocidio armenio (1.5 millones de víctimas armenias a mano de los turcos), la brutal represión en las colonias, la esclavitud, la Inquisición, las Cruzadas, la “conquista” de América y la destrucción de los pueblos indígenas… Y más recientemente: Bosnia, Ruanda (1994: 800.000 víctimas en 100 días), Israel-Palestina, las dictaduras latinoamericanas… ¿Dónde estaba Dios? ¿Sentado impasible, o regocijándose de tanta sangre? ¿No estaría, tal vez, en ninguna parte?
Hay quien cree que Dios existe, que Dios es bueno, pero que no es todopoderoso (idea que a mi juicio resulta bastante penosa). Hans Jonas (1903 – 1993), en una conferencia de 1984 dijo: “no hubo ningún milagro salvador en los terribles años de Auschwitz. Dios callaba. Es verdad que hubo milagros, pero vinieron únicamente de los hombres. Dios no intervino, No porque no quisiera, sino porque no pudo” (Dios, el mal y otros ensayos, Manuel Fraijó, 2004).
Sobre las injusticias y la invisibilidad de Dios, su incompetencia o su crueldad, no hace falta ir tan lejos en el tiempo. Hoy en día, según la ONU, la mayoría de la población mundial es pobre: de los 6.900 habitantes del planeta, 1.000 millones vive en la pobreza extrema (menos de 1 dólar al día), 1.500 millones viven con menos de dos dólares al día (la mayoría son mujeres) y 2.500 millones viven en una pobreza relativa. El 20 % de la población controla el 90 % de la riqueza mundial, 250 millones de niños son explotados (cifra dada por la UNICEF): trabajando en condiciones miserables en agricultura, minería, construcción, venta ambulante y prostitución. Cada día mueren 30.000 niños de hambre y enfermedades evitables (¡¡¡30.000!!!), más de 875 millones de adultos son analfabetos (2/3 partes son mujeres), medio millón de mujeres muere cada año durante el embarazo o el postparto… ¿Qué piensa Dios de todo esto? ¿Qué hace al respecto? Absolutamente nada. ¿Por qué lo permite? Tal vez porque es malvado, tal vez porque es un dios incompetente, tal vez porque, simplemente, no existe.
¿Dónde hay cabida, pues, para un dios moral, bondadoso y omnipotente? En ningún lado. Sólo en el afán de no morir, en el miedo a pensar y en el miedo a escoger por uno mismo. El personaje de Dios es como el traje del emperador: invisible. ¿Los creyentes han sido obligados, desde la educación religiosa, a ver el traje del emperador? ¿por qué se obstinan en verlo, aunque no haya prueba alguna de ello? ¿Es eso fe, falta de libertad o simplemente estupidez? Uno puede mentirse a sí mismo, obstinarse y obsesionarse con una ilusión, pero no hay que olvidar a las víctimas y preguntarse ¿no es un insulto hacia ellas? Sobre el explícito silencio y la implícita ausencia de Dios, el genial Woody Allen, en Anything Else, dice: “And you got this shrink who, like God, never speaks and, like God, is dead.”
Las 3 religiones monoteístas, a parte de resultar muy poco atractivas para el no creyente, son, desde luego, las más contradictorias con la Historia, con la naturaleza del ser humano (si existe alguna) y con la ciencia. Otros dioses morales, con rasgos humanos (buenos, malvados, creadores y destructores), como los dioses del hinduismo, resultan, al menos, mucho más entretenidos y convincentes (y menos machistas): Brahma (dios) y Saraswati (diosa) serían creadores; Vishnu (dios) y Lakshmi (diosa) serían protectores; Shiva (dios) y Parvati o Kali (diosas) serían destructores.
Los creyentes a menudo buscan desesperados una prueba de su dios. ¿No habría que invertir la búsqueda? En las 3 religiones monoteístas, se dan por hecho 3 verdades irrefutables, que deben de creerse a priori. Todo el universo humano y existencial viene sólo después, y debe acoplarse a los escritos. Cuando yo les digo a mis hijos Yael (5 años) e Itay (3 años) que el Ratoncito Pérez existe, ellos lo creen de inmediato. Mis hijos podrían no descubrir nunca que el Ratoncito Pérez no existe, y podrían, fácilmente, vivir y acomodar sus vivencias a la creencia de que el Ratoncito Pérez existe. Pero los niños maduran y empiezan a ver la realidad con sus propios ojos. Yo digo: dejémosles descubrir a ellos mismos, en libertad, déjemosles preguntarse y responderse, en libertad, dejémosles encontrar sus propias respuestas. Todas las preguntas existenciales deben de ser buscadas y encontradas por uno mismo. Si no, carecen de validez. ¿Dónde está la frontera entre educación en libertad, tradición, religión y castración? No hay que olvidar el poder de la búsqueda en libertad (que se encuentra en la filosofía), y la falta de libertad que se halla en una educación religiosa. Tienen absolutamente distinto valor aquello buscado y encontrado por cuenta propia que aquello inculcado desde la niñez.
Por otro lado: ¿realmente el hombre le tiene tanto miedo a la muerte, a la finitud, como creía Unamuno? ¿No le da la muerte un sentido precioso a la vida, al presente, a nuestra vida, que es sólo nuestra, a nuestras acciones, a nuestra libertad de pensamiento, a la libertad de acción, a nuestra dignidad? Yo pregunto: ¿no sería un castigo no morir nunca? Ser inmortal, ¡eso sí que sería un castigo! La inmortalidad la dan los hijos, las obras de arte, las obras intelectuales, científicas, humanas, el recuerdo que tienen de nosotros las personas que nos quisieron … ¿de verdad necesitamos a un dios para que nos dé la inmortalidad? ¿Tan poco cree el hombre en el hombre, tan poco cree el hombre en la vida, que necesita desesperadamente a un dios para que le dé sentido a su existencia? ¿No es eso verdaderamente penoso? ¿no es eso denigrante, un insulto hacia la vida y hacia el ser humano?
Hay quien siente una espiritualidad en la vida, sin dogmas, sin dioses, sin leyes, sin libros, sin nombres ni apellidos, que es respetable. Es importantísimo distinguir entre “religión” y “espiritualidad”. La espiritualidad puede traducirse en un reconocimiento a las maravillas de la naturaleza, a la ciencia, al arte, a todo lo hermoso y poderoso que sale del ser humano (sin olvidar todo lo animal, lo destructor y lo terrible que existe en el ser humano), y no necesariamente en un reconocimiento hacia un dios moral y tan desvergonzadamente “humano”.
Volviendo al dios moral (el de los judíos, los cristianos o los musulmanes), yo defiendo que hay que tener siempre presente (por amor a la humanidad) las atrocidades que el hombre cometió, comete y cometerá (atrocidades cometidas con el “permiso y consentimiento” de estos dioses). Si se tienen presentes la barbarie y el horror, podemos decir bien alto: la historia, la barbarie, el sufrimiento y la injusticia son una prueba irrefutable de que a) Dios no existe; b) Dios existe, pero no es omnipotente: es limitado e incompetente; c) Dios, si existe, es un ser (para decirlo elegantemente) cruel, sádico y malvado.
Pongamos que Dios existe. Que se llama Yahveh, Cristo o Alá. Descubramos en las fuentes su crueldad. Si leemos los 3 libros de las 3 religiones monoteístas: Tanaj, Biblia (Antiguo y Nuevo Testamentos) y Qur’an, encontramos innumerables pasajes donde se muestra la maldad de Dios. Dios se muestra cruel, perverso, malvado, rencoroso, engreído y orgulloso. Descubramos en las fuentes esta crueldad y no excusemos ni justifiquemos ninguna injusticia.
Antes de ir a las escrituras, me gustaría aclarar que los judíos tienen un procedimiento muy complicado / elaborado de escritura / lectura del nombre de su dios. Siguiendo la tradición judía religiosa, el nombre de Yahveh no puede pronunciarse. Yahveh o Yeovah se escribe en hebreo: יהוה . El nombre puede leerse, pero no puede decirse. Cuando se lee Yahveh (יהוה), se dice Adonai (en hebreo: אדוני), que significa “mis maestros”. Adonai, si se escribe, se puede escribir Adonai (אדוני) o en código: en un contexto religioso se escribiría: י”י o יי; en un ensayo filosófico, se escribiría ‘ה que significa “el nombre”. También, el nombre de Adonai / Dios puede escribirse “hashem” (en hebreo: השם), que se traduciría también por “el nombre”. El nombre de Adonai / Dios, también puede escribirse “hakadosh baruj hu” (en hebreo: הקדוש ברוך הוא o abreviado, הקב”ה), que se traduciría por “el sagrado, bendito sea”. (Entre paréntesis: la palabra “Dios” en hebreo, en un sentido judío ortodoxo, se dice y escribe normalmente en plural (dioses): “elohim” (אלוהים), aunque también se puede decir y escribir en singular (dios): “eloha” (אלוה) o “el” (אל). Un dios pagano se dice y escribe en hebreo “elil” (אליל), y en plural: “elilim” (אלילים). Los paganos se llaman “ovdei elilim” (עובדי אלילים), que se traduciría por “los que trabajan los dioses paganos”. Vamos, un lío. Yo, como no soy ni judía ni creyente, escribo y digo Yahveh cada vez que lo leo.
Vayamos ahora a las fuentes y destapemos la crueldad de Dios. Empecemos por el Tanaj (en hebreo: תַּנַ”ךְ). El Tanaj se compone de los libros “Torah” (תורה): instrucción; “Neviim” (נביאים): profetas; y “Ctuvim” (כתובים): escritos. (Uso la traducción: Biblia de Jerusalén, Alianza Editorial, 1974).
En el Tanaj, Yahveh se muestra a menudo vengativo y cruel: “Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: “Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo” (…) A la mujer le dijo: “Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos; con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará”. Al hombre le dijo: “Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo” (Génesis, 3, 14, 16,17, 18, 19)
Yahveh no puede impedir el asesinato de Abel en manos de Caín. ¿Por qué? ¿Por incompetencia, por maldad? Más tarde, lleno de ira y de odio, Yahveh decide provocar el diluvio, para exterminar a todo ser viviente: “Y dijo Yahveh: “Voy a exterminar de sobre la haz del suelo al hombre que he creado (…) Dijo, pues, Dios a Noé: “He decidido acabar con toda carne, porque la tierra está llena de violencias por culpa de ellos. Por ello, he aquí que voy a exterminarlos de la tierra (…) voy a traer el diluvio, las aguas sobre la tierra, para exterminar toda carne que tiene hálito de vida bajo el cielo: todo cuanto existe en la tierra perecerá (…) Pereció toda carne: lo que repta por la tierra, junto con aves, ganados, animales y todo lo que pulula sobre la tierra, y toda la humanidad. Todo cuanto respira hálito vital, todo cuanto existe en tierra firme, murió. Yahveh exterminó todo ser que había sobre la faz del suelo, desde el hombre hasta los ganados, hasta las sierpes y hasta las aves del cielo: todos fueron exterminados de la tierra, quedando sólo Noé y los que con él estaban en el arca. Las aguas inundaron la tierra por espacio de 150 días” (Génesis, 6, 7, 13, 17 & 7, 21, 22, 23, 24). Si Dios puede y quiere ser cruel, yo me pregunto: ¿por qué Yahveh no creó un terremoto en Berlín en 1942, año de la Solución Final? ¿No pudo, no quiso? ¿Prefirió deleitarse con el exterminio de 11 millones de hombres, mujeres y niños?
“Todo el mundo era de un mismo lenguaje e idénticas palabras (…) Bajó Yahveh a ver la ciudad y la torre que habían edificado los humanos (…) “Ea, pues, bajemos, y una vez allí confundamos su lenguaje, de modo que no entienda cada cual su prójimo” Y desde aquel punto los desperdigó Yahveh por toda la haz de la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por eso se la llamó Babel; porque allí embrolló Yahveh el lenguaje de todo el mundo, y desde allí los desperdigó Yahveh por toda la haz de la tierra” (Génesis, 11, 1, 5, 7, 8, 9). ¿Por qué Yahveh se indiga tanto con los hombre y los castiga al menor signo de orgullo? ¿No le producirá placer castigar a los hombres?
Yahveh se muestra en el Tanaj, además de vengativo y cruel, separatista y excluyente: “Os circuncidaréis la carne del prepucio, y eso será la señal de la alianza entre yo y vosotros. Deben ser circuncidados el nacido en tu casa y el comprado con tu dinero, de modo que mi alianza esté en vuestra carne como alianza eterna. El incircunciso, el varón a quien no se le circuncide la carne de su prepucio, ese tal será borrado de entre los suyos por haber violado mi alianza” (Génesis, 17, 11, 13, 14). Según estas excluyentes palabras, todos los hombres del mundo, a parte de los judíos, los musulmanes y casi todos los norteamericanos, deberían ser borrados de entre los suyos por haber violado la alianza con Yahveh…
¿Por qué permitió Yahveh la esclavitud del pueblo de Israel, siendo, además, el pueblo elegido? En el Tanaj encontramos un sinfín de pruebas de la impasibilidad de Yahveh frente a los sufrimientos e injusticias: “Y redujeron a cruel servidumbre a los israelitas, les amargaron la vida con rudos trabajos de arcilla y ladrillos, con toda suerte de labores del campo y toda clase de servidumbre que les imponían por crueldad” (Éxodo, 1, 13, 14). Yahveh, en vez de impedir la crueldad y la esclavitud, se dedica, sediento de sangre y de venganza, a masacrar al pueblo Egipcio (hombres, mujeres y niños inocentes) con las 10 plagas:
1ª plaga: El agua se convierte en sangre: “… todas las aguas del Río se convirtieron en sangre. Los peces del Río murieron, el Río quedó apestado de modo que los egipcios no pudieron beber agua del Río; hubo sangre en todo el país de Egipto” (Éxodo, 7, 20, 21). 2ª plaga: las ranas: “Así dice Yahveh: “Deja salir a mi pueblo para que me dé culto” Si te niegas a dejarle partir infestaré de ranas todo tu país (…) Subirán las ranas sobre ti, sobre tu pueblo y sobre tus siervos” (Éxodo, 7, 26, 27, 29). 3ª plaga: los mosquitos: “… y hubo mosquitos sobre los hombres y sobre los ganados. Todo el polvo de la tierra se convirtió en mosquitos sobre todo el país de Egipto” (Éxodo, 8, 13). 4ª plaga: los tábanos: “Si no dejas salir a mi pueblo, mira que voy a enviar tábanos contra ti, contra tus siervos, tu pueblo y tus casas, de manera que las casas de los egipcios y hasta el suelo sobre el cual están se llenarán de tábanos. Pero exceptuaré ese día la región de Gosen, donde está mi pueblo, para que no haya allí tábanos, a fin de que sepas que yo soy Yahveh en medio de la tierra; haré distinción entre mi pueblo y el tuyo” (Éxodo, 8, 17, 18, 19). Yahveh se muestra aquí, además de cruel y vengativo, separatista y excluyente (defectos bastante graves, para tratarse de un dios…). 5ª plaga: muerte del ganado: “… la mano de Yahveh caerá sobre tus ganados del campo, sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre las vacas y sobre las ovejas; habrá una grandísima peste. Pero Yahveh hará distinción entre el ganado de Israel y el ganado de los egipcios, de modo que nada perecerá de lo perteneciente a Israel” (Éxodo, 9, 3, 4). De nuevo, injusto, separatista y excluyente. 6ª plaga: erupciones pustulosas: “Tomaron, pues, hollín de horno y presentándose ante Faraón, lo lanzó Moisés hacia el cielo, y hubo erupciones pustulosas en hombres y ganados” (Éxodo, 9, 10). 7ª plaga: granizo: “Porque esta vez voy a enviar todas mis plagas sobre ti, sobre tus siervos y sobre tu pueblo para que sepas que no hay como yo en toda la tierra. Si yo hubiera extendido mi mano y te hubiera herido a ti y a tu pueblo con peste, ya habrías desaparecido de la tierra; pero te he dejado con vida, para hacerte ver mi poder, y para que sea celebrado mi nombre sobre toda la tierra (…) mañana, a esta hora, haré llover una granizada tan fuerte, como no hubo otra en Egipto (…)” (Éxodo, 9, 14, 15, 16, 18). Yahveh se muestra aquí más orgulloso y cruel que nunca. Siguiendo el Tanaj, es omnipotente y malvado. Pero la plaga más cruel, la más injusta y la más sangrienta, está aún por llegar. 8ª plaga: las langostas: “… mañana traeré langostas sobre tu territorio; y cubrirán la superficie del país, de suerte que ni podrá verse el suelo. Devorarán lo que os quedó de la granizada, y comerán todos los árboles que os crecen en el campo” (Éxodo, 10, 4, 5). 9ª plaga: las tinieblas: “Extendió , pues, Moisés su mano hacia el cielo, y hubo por tres días densas tinieblas en todo el país de Egipto” (Éxodo, 10, 22). La 10ª plaga nos muestra la crueldad sin límites de Yahveh. Después del diluvio, la muerte de los primogénitos. Aquí se muestra Yahveh como un dios monstruoso, que castiga sin piedad a hombres, mujeres y niños inocentes. “Moisés dijo: “Así dice Yahveh: Hacia media noche pasaré yo a través de Egipto; y morirá en el país de Egipto todo primogénito, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono hasta el primogénito de la esclava encargada de moler, así como todo primer nacido del ganado (…) Y sucedió que, a media noche, Yahveh hirió en el país de Egipto a todos los primogénitos, desde el primogénito de Faraón que se sienta sobre su trono hasta el primogénito del preso en la cárcel, y a todo primer nacido del ganado (…) y hubo grande alarido en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un muerto (Éxodo, 11, 4, 5 & 12, 29, 30). Si tan enfadado estaba Yahveh con Faraón y tanta sed de venganza tenía, ¿cómo es que no se le ocurrió “castigar” sólo a Faraón en vez de asesinar a todos los primogénitos? ¿Pero qué clase de monstruo es Yahveh?
Además de mostrar a un dios cruel, El Tanaj ordena acciones inmorales: “Si un hombre tiene un hijo rebelde y díscolo, que no escucha la voz de su padre ni la voz de su madre (…) su padre y su madre le agarrarán y le llevarán fuera donde los ancianos de su ciudad (…) Y todos los hombres de su ciudad le apedrearán hasta que muera. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti, y todo Israel, al saberlo, temerá” (Deuteronomio, 21, 18, 19, 21).
Pasemos ahora al Nuevo Testamento (Uso la traducción: Biblia de Jerusalén, Alianza Editorial, 1974) que, bajo un disfraz de amor hacia el prójimo, no deja de prometer también terribles castigos e infiernos a todos aquéllos que no creen. El Nuevo Testamento está lleno de contradicciones morales e históricas: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: “Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado (…) Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca” (Evangelio según San Mateo, 4, 17 & 10, 7) (Han pasado más de 2.000 años y no se ve el Reino de los Cielos por ninguna parte. ¿Fue Jesús un mentiroso? ¿Fue engañado por su dios o simplemente deliraba?). No valen aquí a modo de excusa las alegorías ni los sentidos figurados, tan utilizados y manoseados por los creyentes, los curas, los papas y la Iglesia: el amor al prójimo se toma al pie de la letra, la crueldad de Dios debe interpretarse; los hechos narrados se prueban históricamente, las contradicciones y promesas incumplidas se excusan literariamente. Basta ya de excusas. El mensaje del Nuevo Testamento es claramente separatista, machista, homofóbico, excluyente y masoquista, una apología del sufrimiento innecesario, un odio hacia el sexo, el cuerpo y el placer. Leamos y no justifiquemos ni excusemos:
“Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos (…)” (Evangelio según San Mateo, 5, 11, 12). “… alegraos en la medida en que participáis de los sufrimientos de Cristo (…) Dichosos de vosotros, si sois injuriados por el nombre de Cristo” (Segunda epístola de San Pedro, 4, 13, 14). Sólo un masoquista se alegra por el sufrimiento. Incluso el budismo, que lucha contra el placer, coincide en que todo ser humano desea acercarse a la felicidad y alejarse del sufrimiento. ¿Por qué deberían los hombres de alegrarse y regocijarse por ser injuriados y perseguidos? Estas palabras son a) masoquistas; b) suicidas.
De nuevo, las amenazas, el odio y los castigos: “Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena (…) Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo a vuestros pies. Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad (…) a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos” (Evangelio según San Mateo, 7, 26 & 10, 14, 15 & 10, 33). Y llega el Dios vengador: “Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su Juicio (…) Ven, que te voy a mostrar el juicio de la célebre Ramera, que se sienta sobre grandes aguas; con ella fornicaron los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su prostitución (…) La gran Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra (…) Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco (…) viste un manto empapado en sangre y su nombre es: La palabra de Dios (…) De su boca sale una espada afilada para herir con ella a los paganos” (Apocalipsis, 14, 7 & 17, 1, 2, 5 & 19, 11, 13, 15).
Jesús, amigo de la guerra (¿contradicción, despiste?): “No penséis que he venido a traer la paz sobre la tierra. No he venido a traer la paz, sino la espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él” (Evangelio según San Mateo, 10, 34, 35, 36).
Jesús, al igual que Yahveh, se muestra orgulloso, engreído y rencoroso: “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará (Evangelio según San Mateo, 10, 37, 38, 39).
Jesús se muestra rencoroso, acusador y vengativo: “Entonces se puso a maldecir a las ciudades en las que se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido (…) El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama (…) Mas él les respondió “¡Generación malvada y adúltera!” (…) Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. Eso es lo que contamina al hombre (…) ¡Oh, generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros?” (Evangelio según San Mateo, 11, 20 & 12, 30, 39 & 15, 19, 20).
Jesús se muestra, al igual que Yahveh, separatista y excluyente: “No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel (…) “… y glorificaron al Dios de Israel (…) Cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Evangelio según San Mateo, 15, 24, 31 & 19, 28).
Jesús se muestra sádico e incita a la automutilación: “Si, pues, tu mano o tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo y arrójalo de ti; más vale entrar en la vida manco o cojo que, con las dos manos o los dos pies, ser arrojado al fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la vida con un solo ojo que, con dos, ser arrojado a la gehena del fuego”.
Jesús muestra a un dios orgulloso y engreído: “‘Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?’ Él le dijo: ‘Amarás al señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento’” (Evangelio según San Mateo, 21, 36, 37, 38).
Una vez en la cruz, Jesús parece decepcionado: “Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: (-la traducción de Alianza Editorial es, asombrosamente, pésima, así que lo traduzco correctamente): “¿Elí, elí, lama azavtani?” (en hebreo: אלי, אלי, למה עזבתני) esto es: ¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?” (Evangelio según San Mateo, 27, 46). Pobre Jesús, después de haber amenazado a tantos hombres, después de haber prometido la vida eterna, el cielo y el infierno, fue abandonado por su dios, los unicornios, las hadas, los enanitos del bosque, el Ratoncito Pérez y Papá Noel.
El terrible Pablo de Tarso (siguiendo a Onfray), escribe en contra del sexo, por supuesto: “Tened todos en gran honor el matrimonio, y el lecho conyugal sea inmaculado; que a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios” (Epístola de Pablo de Tarso a los hebreos, 13, 4).
Pedro, siguiendo la tradición judeocristiana, se muestra terriblemente machista: “Igualmente, vosotras, mujeres, sed sumisas a vuestros maridos (…) Así se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban a Dios, siendo sumisas a sus maridos, así obedeció Sara a Abraham, llamándole Señor …” (Primera epístola de San Pedro, 3, 1, 5, 6).
Después del machismo, un pequeño detalle homofóbico: “Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío” (Epístola de Pablo de Tarso a los romanos, 1, 26, 27). Vamos a ver, Pablo, que sepas que tanto el amor como el sexo son naturales (te lo digo porque tú pareces defender tanto lo “natural”). No es natural, desde luego, la fe que tan ciegamente tú defiendes, pero sí lo son el sexo con amor y el sexo sin amor. El detallito homofóbico es vergonzoso, mezquino e imperdonable.
Vayamos ahora al Qu’ran (El Corán, Ed. Herder, 2005), donde, al estilo de los otros dos libros, se muestra un dios amenazador, rencoroso y cruel:
Sura 2, aleya 90: “¡Qué mal negocio han hecho, no creyendo en lo que Dios ha revelado, rebelados porque Dios favoreció a quien Él quiso de Sus siervos, e incurriendo en Su ira una y otra vez! Los infieles tendrán un castigo humillante.
Sura 4, aleya 56: “A quienes no crean en Nuestros signos les arrojaremos a un Fuego. Siempre que se les consuma la piel, se la repondremos, para que gusten el castigo. Dios es poderoso, sabio”.
Sura 4, aleya 79: “Lo bueno que te sucede viene de dios. Lo malo que te sucede viene de ti mismo (…)”. ¿En qué quedamos, es Dios o no omnipotente? Dios se atribuye los logros de las cosas buenas y se lava las manos con las cosas malas. Muy conveniente.
Sura 4, aleya 84: “¡Combate, pues, por Dios! Sólo de ti eres responsable. ¡Anima a los creyentes! Puede que Dios contenga el ímpetu de los infieles. Dios dispone de más violencia y es más terrible en castigar”.
Sura 4, aleya 91: “(…) Si no se mantienen aparte, si no os ofrecen someterse, si no deponen las armas, apoderaos de ellos y matadlos donde deis con ellos. Os hemos dado pleno poder sobre ellos”. ¿Dónde está la bondad?
Sura 4, aleya 133: “¡Hombres! Si Él quisiera, os haría desaparecer y os sustituiría por otros. Dios es capaz de ello”. ¿Por qué no sustituyó Dios a los Reyes Católicos y su Inquisición, a Hitler, Mussolini, Stalin, Franco, Pinochet, Videla, a los nazis, los fascistas, al Ku Klux Klan …? ¿No quiso? (eso probaría que Dios es cruel); ¿no pudo? (eso probaría que Dios no es todopoderoso); ¿o simplemente no estaba para hacerlo? (eso probaría que Dios no existe: solución que me parece la más acertada, sin duda alguna).
Sura 5, aleya 40: “Al ladrón y a la ladrona, cortadles las manos como retribución de lo que han cometido, como castigo ejemplar de Dios. Dios es poderoso, sabio”.
Sura 76, aleya 4: “Para los infieles hemos preparado cadenas, argollas y fuego de gehena”.
Sura 80, aleya 17: “¡Maldito sea el hombre! ¡Qué desagradecido es!”
Sura 83, aleyas 34 y 35: “Ese día, los creyentes se reirán de los infieles, en sofás, observando”. ¿Dónde está el amor, la bondad, el perdón?
Sura 89, aleyas 25 y 26: “Ese día nadie castigará como Él, / nadie atará como Él”.
¿Se busca a Dios por alegría o por miedo? Desde luego, tanto el Tanaj como el Qu’ran, también el Nuevo Testamento, repiten una y otra vez que los que “temen” a Dios, tendrán su recompensa: “… ¡Temedme, pues, a Mí y sólo a Mí!” (Qu’ran, Sura 2, aleya 40); “Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres” (Nuevo Testamento, Evangelio según San Mateo, 9, 8). El miedo y el terror siempre van por encima del amor o la libertad. Pero ¿a quién quieren asustar, a quién quieren engañar? Una propuesta filosófica que amenazara si no se defiendiera, se anularía de inmediato. Sonaría muy ridículo leer algo así: “el existencialismo sartrearno es la doctrina verdadera; todos aquellos que no sean existencialistas, recibirán su castigo”. O “Nietzsche es el verdadero Dios; quien no lea sus obras se abrasará en el infierno”. Eso no sería filosofía, sería pura basura.
Savater, en su interesante Los diez mandamientos en el siglo XXI (2004), describe y denuncia genialmente todas estas injusticias del supuesto dios de los judíos y de los cristianos. Savater tiene un diálogo con Dios y escribe, con una mezcla de genialidad, lucidez e ironía: “[1er mandamiento]: Amarás a Dios sobre todas las cosas: Nos mandaste amarte sobre todas las cosas. Me pregunto y te pregunto: ¿tanta necesidad tienes de que te amen? ¿No es un poco exagerado? (…) ya sé que eres un dios celoso, que no acepta ningún tipo de competencia, pero quisiera que entiendas que no eres muy original. Esto que te sucede le pasa prácticamente a todos los dioses. Estoy viendo que en ese aspecto sois todos bastante parecidos: excluyentes y posesivos (…)”[3er mandamiento]: Santificarás el día del Señor: (…) El problema de millones de seres humanos en continentes enteros es que están en el paro. Son desocupados y ni se les ocurre pensar en los beneficios del tercer mandamiento porque lo que más anhelan es tener algo que hacer. Querrían poder cansarse trabajando, obtener beneficios para luego poder disfrutarlos. Descansan a la fuerza y, aunque no lo parezca, se trata de una situación que no es nada placentera (…) Aunque … podrías haber sido más amable y haber puesto en la semana seis días de descanso y sólo uno para ganar el pan con el sudor de nuestra frente. De esta manera se habría repartido más el trabajo … Sí, ya sé que no eres una agencia de empleo. Comprendo que estabas iniciando el mundo y no podías tener todo en la cabeza… Pero si tú no has podido con todo, ¡imagina lo difícil que es para nosotros, que sólo somos seres de carne y hueso! (…)”[5o mandamiento]: No matarás. Es imprescindible y necesario, pero reconoce que estamos frente a una gran contradicción. En la historia se ha matado más en tu nombre que en el de los demás dioses (…) Tú dices: “No matarás”, pero tú nos matas a todos. No cabe duda de que eres el gran asesino universal (…)”[7º mandamiento]: “No robarás (…) ¿Qué es con exactitud robar? ¿Roba el padre que ve muriéndose a su hijo y toma un mendrugo de pan para alimentarle? (…) No sé cómo sería en tiempos de Moisés, pero en la actualidad hay distintas denominaciones: al que roba poco lo llaman ratero y le encarcelan; en cambio al que lo hace en gran escala le llaman gran financiero, y recibe todo tipo de elogios y felicitaciones por su espíritu empresarial (…)”[9º mandamiento]: No desearás a la mujer del prójimo: … la realidad en estos días no tiene mucho que ver con tus ideas. Por ejemplo: no desearás a la mujer de tu prójimo suena un poquito anticuado. En primer lugar, eso de que sea del prójimo, como si fuera un objeto o una propiedad, no sintoniza con los tiempos liberales y feministas que vivimos. Por otra parte, te diré que prohibir desear a la mujer es algo incompleto. A riesgo de escandalizarte, te diré que la mujer tiene el mismo derecho de desear al hombre de la prójima. También hay quienes no desean a la mujer del prójimo porque desean al prójimo”.
La crueldad, la ira, la venganza, las órdenes y los castigos de los 3 dioses monoteístas contrastan fuertemente con el autocontrol, el positivismo y la armonía que irradia el budismo, por ejemplo. Las enseñanzas de Buda se transmitieron oralmente hasta la primera compilación escrita, el Canon Pali, escrita en el 29 aC. La obra Dhammapada es una colección de 423 versos, procedentes del Canon Pali. Aquí la Iluminación y la virtud se producen por la recta actitud, el recto pensamiento, el autocontrol, el amor, la bondad, la compasión, la meditación y la liberación de las pasiones, no por venerar a un dios (como es el caso de las 3 religiones monoteístas). Aquí el que sufre sufre porque ha obrado mal. En las 3 monoteístas, el que sufre sufre como castigo de un dios cruel y orgulloso que se venga porque no han creído en él. El budismo cree en el hombre, confía en el hombre y en su capacidad de pensar, actuar y elegir. Nada puede destruir al sabio, ni un dios ni un semidios. Vale la pena ir a las fuentes para contrastar la ira y el odio de los 3 libros de las 3 religiones monoteístas. Algunos versos del Dhammapada (Ed. Creación, 2011):
“2: Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su fundamento y son creaciones de la mente. Si uno habla o actúa con un pensamiento puro, entonces la felicidad le sigue como una sombra que jamás le abandona”.
“5. El odio nunca se extingue por el odio en este mundo; solamente se apaga a través del amor. Tal es la antigua ley eterna”.
“19. Aunque uno recite muy a menudo las escrituras, si es negligente y no actúa en consecuencia, es como el vaquero que cuenta las vacas de los otros. No obtiene los frutos de la Vida Santa”.
“20. Aunque uno recite poco las escrituras, si se conduce según la Enseñanza, abandonando el deseo, el odio y la ilusión, provisto con una mente bien liberada y no apegándose a nada ni aquí ni después, obtiene los frutos de la Vida Santa”.
“21. La atención es el camino hacia la inmortalidad; la inatención es el sendero hacia la muerte. Los que están atentos no mueren; los inatentos son como si ya hubieran muerto”.
“23. Aquél que medita constantemente y persevera, se libera de las ataduras y obtiene el supremo Nibbana”.
“25. A través del esfuerzo, la diligencia, la disciplina y el autocontrol, que el hombre sabio haga de sí mismo una isla que ninguna inundación pueda anegar”.
“36. La mente es muy difícil de percibir, extremadamente sutil, y vuela tras sus fantasías. El sabio la controla. Una mente controlada lleva a la felicidad”.
“50. No deberíamos considerar los fallos de los demás, ni lo que los otros han hecho o dejado de hacer, sino nuestros propios actos cometidos u omitidos”.
“52. Igual que una flor bella y de brillante color, y asimismo rebosante de perfume, son de fructíferas las buenas palabras de quien las pone en práctica”.
“53. De la misma manera que un montón de flores hacen muchas guirnaldas, así muchos actos buenos deben ser efectuados por aquél que nace como ser humano”.
“63. Un necio consciente de su necedad es por tal razón un hombre sabio, pero el necio que piensa que es un sabio es verdaderamente un necio”.
“104 y 105: Mejor conquistarse a uno mismo que conquistar a los demás. Ni un dios ni un semidiós, ni Mara ni Brahma, pueden deshacer la victoria de aquél que se ha amaestrado a sí mismo y se conduce siempre con moderación”. Versos que demuestran una gran confianza en el ser humano, y una gran capacidad del ser humano para controlarse a sí mismo, lejos de los caprichos de los dioses”.
“110: Un solo día de la vida de una persona virtuosa y meditativa vale más que los cien años de la vida de una persona inmoral y descontrolada”.
“112: Un sólo día de la vida de una persona que hace un intenso esfuerzo vale más que cien años en la vida de uno que es perezoso e inactivo”.
“123: Igual que un comerciante con una pequeña caravana transportando mucha riqueza evitaría un camino peligroso, y así como un hombre que ama la vida evitaría el veneno, así uno debería evitar el mal”.
“127: Ni en los cielos, ni en medio del océano, ni en una gruta en las montañas se halla un lugar donde uno pueda permanecer a salvo de las consecuencias de sus males actos”.
“130: Todos temen el castigo; todos aman la vida. Comparándose con los demás, uno no debe matar ni provocar la muerte”.
“133: No habléis agresivamente con nadie, porque los que atacáis podrán replicaros de igual manera. Las discusiones crean dolor y podréis recibir golpe por golpe”.
“159: Según aconseja a los demás, debe él mismo actuar. Bien controlado él mismo, puede guiar a los otros. Verdaderamente es difícil controlarse a uno mismo”.
“165: Por uno mismo se hace el mal y uno mismo se contamina. Por uno mismo se deja hacer el mal y uno mismo se purifica. La pureza y la impureza dependen de uno mismo. Nadie puede purificar a otro”.
“169: Seguid el sendero de la virtud y no el del mal. El que practica la virtud vive felizmente en este mundo y en el próximo”.
“183: El abandono del mal, el cultivo del bien y la purificación de la mente: tal es la enseñanza de los Budas”.
“197: Verdaderamente felices vivimos sin odio entre los que odian. Entre seres que odian, vivamos sin odio”.
“201: La victoria engendra amistad. Los vencidos viven en la infelicidad. Renunciando tanto a la victoria como a la derrota, los pacíficos viven felices”.
No obstante, el budismo renuncia al placer. Esta renuncia al placer se puede traducir también como una renuncia al vivir (el hombre es un animal que piensa y que siente, un animal con filosofía y con pasiones): “212. Del placer surge el dolor; del deseo surge el miedo. Para aquél que está libre de deseo ni hay dolor ni mucho menos miedo”.
“214: Del apego surge el sufrimiento; del apego surge el miedo. Para aquél que está libre de apego ni hay dolor ni mucho menos sufrimiento”.
“221: Uno debe liberarse del odio. Uno debe abandonar el orgullo. Uno debe despojarse de todas las ataduras. El sufrimiento no toma al que controla la mente, el cuerpo y sus pasiones”.
“223: Conquista al hombre airado mediante el amor; conquista al hombre de mala voluntad mediante la bondad; conquista al avaro mediante la generosidad; conquista al mentiroso mediante la verdad”.
“264: No por afeitarse la cabeza, un hombre indisciplinado y mentiroso se vuelve un asceta. ¿Cómo podría ser un asceta si está lleno de anhelo y deseo?”
Uno de los pocos versos donde se vislumbra un castigo por haber obrado mal: “306: El que no dice la verdad, va a un estado totalmente desgraciado, y también el que habiendo hecho algo dice que no lo hizo. Ambos, por igual, después de la muerte, pagarán sus acciones en otro mundo”.
“385: Aquel para el que no existe ni esto no aquello, ni “yo” ni “mío”, está alerta y liberado de las pasiones, a ése llamo yo un noble”.
“391: El que no comete ningún mal con el cuerpo, la palabra y la mente, el que se autocontrola en estos tres aspectos, a ése llamo yo noble”.
“393: No por dejarse el pelo trenzado, no por el linaje, ni por el nacimiento se vuelve uno un noble, sino aquél que es verdadero y recto, puro, ése es un noble”.
“400: Quien carece de cólera, pero es firme, virtuoso, libre de avidez, autocontrolado y que éste será su último renacimiento, a ése llamo yo noble”.
“420: Aquél cuyo destino ni los dioses ni los semidioses, ni tampoco los hombres conocen, que ha destruido todas las impurezas y que ha conseguido la meta, a ése llamo yo noble”.
El hinduismo también contrasta con los castigos y las venganzas que prometen y proclaman las 3 religiones monoteístas. Aunque el hinduismo posee varios dioses con atributos humanos, tiene también confianza en el ser humano y, a través del yoga y la meditación, el ser humano se eleva y se ilumina, gracias a un esfuerzo humano, no divino. El hinduismo no denigra al ser humano como lo hacen las 3 religiones monoteístas, y se apoya en la acción, el autocontrol y el conocimiento.
Los Vedas son las escrituras más antiguas del hinduismo (la tradición oral dataría del 1500-1000 aC, y su redacción, del 1000-500 aC). Los 4 Vedas son: el Rig-Veda, el Yajur-Veda, el Sama-Veda y el Atharva-Veda. Los Vedas son himnos, fórmulas y canciones para ser recitados o cantados. En los Vedas, los que adoran a los dioses tendrán recompensas. Si bien los dioses del hinduismo también castigan a aquellos que no ofrecen sacrificios, la palabra “castigo” se refleja muy poco en los Vedas. Quien adora a los dioses, recibe su protección. (Uso la traducción titulada Los Vedas, Ediciones Ibéricas, Madrid, 2001):
“3. Es por medio de Añi que el que adora obtiene esta abundancia que aumenta cada día, que es el manantia del renombre y que hace multiplicar la raza humana” (Rig-Veda, Anuvaka I, Sukta I).
“9. Sabios Mitra y Varuna, haced prosperar nuestro sacrificio y aumentad nuestra fuerza; habéis nacido para hacer servicios a muchos hombres, sois el refugio de las multitudes” (Rig-Veda, Anuvaka I, Sukta II).
“6. Destructor de los enemigos, que nuestros adversarios digan que somos felices: que los hombres nos feliciten y podamos residir siempre en la felicidad” (Rig-Veda, Anuvaka II, Sukta I).
“10. Cantad a este indra que es el protector de la riqueza: es poderoso y realiza buenas acciones; es amigo de que le ofrece la libación” (Rig-Veda, Anuvaka II, Sukta I).
Por fin aparecen dioses que son mujeres (rompiendo la fuerte tradición machista de las 3 religiones monoteístas): “9. Que las tres diosas inmortales que dan la felicidad, Ila, Saravasti y Mahi, se sienten sobre la hierba sagrada” (Rig-Veda, Anuvaka IV, Sukta II).
Uno de los pocos ejemplos de castigo: “4. Por Vasishtha. ¡Oh, divino Añi!, presérvanos de pecado así como de la muerte y consume mediante tus llamas a quien no celebre tus alabanzas” (Sama-Veda, Prapathka I, Dasati III).
“12. Por Medhatithi. Alabanzas a Añi, el sabio, el divino, cuyas acciones están guiadas por la equidad, que concibe dádivas a cambio del sacrificio y que destruye enfermedades” (Sama-Veda, Prapathka I, Dasati III).
Los Upanishads son, filosóficamente hablando, mucho más interesantes que los Vedas. La enseñanza basada en ellos se conoce como Vedanta (conclusión de los Vedas). Datan del 400 aC. Aquí no se reflejan los castigos o premios de los dioses, sino una sabia manera de superarse continuamente, de crecer, de alcanzar la felicidad, de acabar con el miedo y de iluminarse. (Uso la edición bilingüe -sánscrito y español- titulada Upanishads de la Ed. Debolsillo, Barcelona, 2001):
“Quien ve a todos los seres en su propio Ser, y su propio Ser en todos los seres, pierde el temor por completo (…) Aquél que practica ambas, acción y conocimiento, con la acción vence a la muerte, y con el conocimiento alcanza la inmortalidad (…) Vaya la vida a la vida inmortal, y el cuerpo a las cenizas. OM. ¡Oh, alma mía, recuerda los pasados afanes, recuerda!” (Isa Upanishad).
“Cuando un hombre muere, esta duda surge: algunos dicen que “es” y otros que “ya no es” (…) Existe el camino de la dicha y existe el camino del placer. Ambos atraen al alma. Quien sigue el primero, llega al bien; quien sigue el placer, no alcanza el Final (…) Existe el camino de la sabiduría y el camino de la ignorancia. Se hallan muy separados y conducen a diferentes extremos. Residiendo en medio de la ignorancia, creyéndose sabios y eruditos, los necios van de aquí para allá sin rumbo, como ciegos guiados por ciegos (…) Si el asesino piensa que mata y si el asesinado piensa que muere, ninguno de los dos conoce los caminos de la verdad. Lo Eterno en el hombre no puede matar; lo Eterno en el hombre no puede morir” (Katha Upanishad).
Si nos enriquecemos con otros libros, si observamos el universo, si creemos en la ciencia, si recordamos la Historia, los 3 libros de las 3 religiones monoteístas resultan absurdos, infantiles, crueles y contradictorios: una recopilación de historias para leer y contar, no más interesantes que las fábulas de Esopo, desde luego (que, siguiendo a Heródoto, datarían del siglo XVI aC). Y nos damos cuenta (siguiendo a Feuerbach) de que Dios es un invento del hombre, o (siguiendo a Freud), de que Dios es una ilusión y un delirio, o (siguiendo a Onfray) de que Dios es una neurosis y una perversión. Leyendo las fuentes, podemos argumentar que estamos ante 3 libros que reflejan puramente unas culturas creadas para “apaciguar” y “educar” a la masa. Estas culturas son cerradas y machistas. Destapemos las fuentes:
“De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre” (Tanaj, Génesis, 2, 22); “Si un hombre se casa con una mujer, y, después de llegarse a ella, le cobra aversión … diciendo “Me he casado con esta mujer y … no la he encontrado virgen”, el padre de la joven y su madre tomarán las pruebas de su virginidad y las descubrirán ante los ancianos de la ciudad, a la puerta. El padre de la joven dirá a los ancianos: ‘Yo di mi hija por esposa a este hombre; él le ha cobrado aversión (…) Sin embargo, aquí tenéis las señales de la virginidad de mi hija”, y levantarán el paño ante los ancianos de la ciudad. Los ancianos … tomarán a ese hombre, le castigarán, y le pondrán una multa de cien monedas de plata, que entregarán al padre de la joven, por haber difamado públicamente a una virgen de Israel. Él la recibirá por mujer, y no podrá repudiarla en toda su vida. Pero si resulta que es verdad, si no aparecen en la joven las pruebas de la virginidad, sacarán a la joven a la puerta de la casa de su padre, y los hombres de su ciudad la apedrearán hasta que muera, por haber cometido una infamia en Israel prostituyéndose en casa de su padre. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti” (Deuteronomio, 22, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21). La mujer “es dada” por el padre de ésta al futuro marido; si la mujer es virgen, el marido, por haber mentido, es castigado con una multa de 100 monedas de plata, dinero que no se entrega a la mujer humillada, sino al padre de ésta; si la mujer no es virgen, se le apedrea hasta que muere.
Más citas machistas: “La suegra de Simón estaba en cama con fiebre (…) Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles” (Nuevo Testamento, Evangelio según San Marcos, 1, 31); “Así, la mujer casada está ligada por la ley a su marido mientras éste vive (…)” (Nuevo Testamento, Epístola de Pablo de Tarso a los romanos, 7, 2); “Dios os ordena lo siguiente en lo que toca a vuestros hijos: que la porción del varón equivalga a la de dos hembras (…) Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Dios ha dado a unos sobre otros y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son devotas y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Dios manda que cuiden. ¡Amonestad a aquéllas de quienes temed que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles! Si os obedecen, no os metáis más con ellas. Dios es excelso, grande” (Qu’ran, Sura 4, aleya 11 y 34).
Las culturas que reflejan el Tanaj, el Nuevo Testamento y el Qu’ran son, además de cerradas y machistas, las culturas del terror. Nada se hace por amor al ser humano, sino por temor a Dios: “… De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio” (Tanaj, Génesis, 2, 16); “Pero, si obras el mal, teme; pues no en vano lleva espada (…) Es preciso someterse, no sólo por temor al castigo, sino también en conciencia” (Nuevo Testamento, Epístola de Pablo de Tarso a los romanos, 13, 4, 5); “Os damos de comer sólo por agradar a Dios. No queremos de vosotros retribución ni gratitud. / Tememos, de nuestro Señor, un día terrible, calamitoso” (Qur’an: Sura 76, aleyas 9 y 10). Nada se hace en libertad. Yo digo que el que educa en el terror y en el deber, y no en el amor y la libertad, educa a una futura generación neurótica, perdida y traumatizada.
Si matamos a Dios, ¿qué hacemos con todas aquellas preguntas de las que no tenemos respuestas? Pues pensamos, filosofamos, buscamos y, en la mayoría de los casos, encontramos no una respuesta, sino otra pregunta. Matar a Dios significa devolverle la dignidad al hombre, creer en él, valorar esta vida, ser ético, por amor al hombre, y no por miedo a Dios. ¿Y qué hacemos con la muerte, con el supuesto fin o el supuesto más allá? Pues encontramos nuestras respuestas o nuestras preguntas. Tenemos a Epicuro, según el cual no hay que temerle a la muerte, puesto que el hombre y la muerte nunca se encuentran: “… la muerte nada es para nosotros. Porque todo bien y mal reside en la sensación, y la muerte es privación del sentir (…) Nada hay, pues, temible en el vivir para quien ha comprendido rectamente que nada temible hay en el no vivir (…) Así que el más espantoso de los males, la muerte, nada es para nosotros, puesto que mientras nosotros somos, la muerte no está presente, y, cuando la muerte se presenta, entonces no existimos. Conque ni afecta a los vivos ni a los muertos, porque para éstos no existe y los otros no existen ya.” (Epicuro, Carta a Meneceo). También tenemos a Savater, quien, en Ética para Amador, escribe: “¿Cómo vivir del mejor modo posible? Esta pregunta me resulta mucho más sustanciosa que otras … más tremendas: “¿Tiene sentido la vida? ¿Merece la pena vivir? ¿Hay vida después de la muerte?” Mira, la vida tiene sentido y tiene sentido único; va hacia delante (…) no se repiten las jugadas ni suelen poder corregirse. Por eso hay que reflexionar sobre lo que uno quiere y fijarse en lo que hace. Después … guardar siempre el ánimo ante los fallos. ¿El sentido de la vida? Primero, procurar no fallar; luego, procurar fallar sin desfallecer (…) Lo que me interesa no es si hay vida “depués” de la muerte, sino que haya vida “antes”. Y que esa vida sea buena, no simple supervivencia o miedo constante a morir (…) Porque vivir no es una ciencia exacta, como las matemáticas, sino un “arte” como la música” (Fernando Savater, Ética para Amador, 1991). Y también nos tenemos a nosotros mismos: podemos leer, crecer, pensar, buscar y rebuscar nuestras propias respuestas, en libertad. Hay que ser valiente para pensar por sí mismo. Las respuestas no nos han sido dadas. Hay que buscarlas. Tal vez no las encontremos nunca, pero en el camino está el tesoro, la dignidad y nuestra libertad.
¿Y qué hacemos con las religiones? yo propongo: reduzcámoslas a cultura, a tradición. Aprendamos de todas ellas, para encontrar en cada una una pequeña respuesta: leamos para cultivarnos, no para castrarnos. Escojamos una idea del Tanaj, otra del Nuevo Testamento, otra del Qur’an, otra de los Vedas, otra de las Upanishads, otra del Dhammapada… Y, mezclémoslas, a ser posible, con ideas de grandes genios: Aristóteles, Marco Aurelio, Spinoza, Schopenhauer, Nietzsche, Freud, Ortega y Gasset, Sartre, Simone de Beauvoir, Hannah Arendt, Michel Onfray … y formemos nuestras propias ideas, nuestro propio pensamiento, buscado y alcanzado en libertad. Leamos para crecer, no para empequeñecer. Cuando leamos las escrituras, seamos conscientes de que estamos leyendo cultura y tradición, no metafísica. Para vivir mejor y para saber morir, impregnémosnos de cultura y filosofía, siempre con libertad de elección. Digamos no a los castigos, no a los miedos y al sinsentido. Dejemos a Dios en un rincón y demos paso a la humanidad y al hombre (con toda su grandeza y todo su horror).
Y cuando queramos decir “Dios es bueno y omnipotente”, pensemos primero en las millones de víctimas inocentes que han sufrido la barbarie a manos del hombre, con el consentimiento de Dios. No se merecen ser insultadas. Recordemos a las víctimas y pensemos: tal vez Dios no es bueno, sino malvado; tal vez Dios no es omnipotente, sino incompetente; tal vez Dios no existe. Seamos críticos con Dios, por amor al hombre y por respeto a las víctimas.
Antonia Tejeda Barros, Madrid, 7 de diciembre de 2011.
De izquierda a derecha: niños hambrientos en pleno siglo XXI; Ruanda (1994); Vietnam (1955-1975); asesinato de una madre judía abrazando a su hijo / hija en Kiev, a manos de un Einsatzgruppe (1942); mujeres y niños judíos húngaros dirigiéndose a las cámaras de gas (194?); restos del genocidio armenio (1915 – 1918); soldado japonés después de una masacre de civiles chinos (Hsuchow, China, 1938); niño huérfano japonés tras la bomba atómica de Hiroshima (1945).
Hola Antonia. Muy documentado y suficientemente demagógico, como corresponde en estos casos.
Te envío un enlace a la revista ciencia de las religiones: Ilu. Revista de ciencias de las religiones,
copias esta dirección y te sale en google. Colgaré en el foro un artículo sobre el mal y diez de sus paradigmas.
Ya que citas a Savater, hay un libro muy bueno suyo sobre temas de esta jaez: La vida eterna, ed Ariel. Te gustará, mucho más instructivo que Onfray, entre otras cosas porque es más Spinoza.
PD: Para Yael e Itay, si los llevas un día paseando por la calle Arenal, fíjate en la placa que esta sobre el portal del Nº 8. Un saludo
Hola Antonio:
gracias por leer y comentar. ¿Por qué dices que es “suficientemente demagógico”? Explícate, por favor.
Gracias por el dato sobre el libro de Savater. No sé si será “más instructivo” que Onfray, pero le echaré un vistazo.
Cordialmente,
Antonia
Porque las cosas deben ser “a veces lo suficientemente demagógicas” para que la gente se fije en ellas y tome conciencia de lo equivocada que está. Es decir, hacer hincapié, más en los males que causan ciertas prácticas, normas, etc..que en rebatir uno por uno los argumentos contrarios, que en este caso sería largo y tendido. La demagogia sólo es nefasta cuando se utiliza como argumento único en lugar de exponer las ideas propias y sus respuestas al problema o discusión.
Evidentemente, no es tu caso. La vehemencia no es demagogia, y cuando está documentada instruye..
Pero a veces, un poquito de ella es necesaria para recalcar la virtud en la ignorancia y la visión única. Quizá por eso la mayoría de las personas leen sólo determinada prensa política, deportiva, literatura,…. buscan solamente lo que desean oír y ver. Un refrán que puedes añadir a tu diatriba sobre la mediocridad de España es este: No hay más ciego que quien no quiere ver.
Por cierto una frase de Cioran recogida en el libro de Savater que se me quedó grabada, entre otras cosas por descubrir que a veces los normales pensamos lo mismo que los genios:
Las religiones son cruzadas contra el humor.
Hola Antonio:
muchas gracias por tus interesantes comentarios, y por la frase de Cioran (muy buena).
Un abrazo,
Antonia
Se ha borrado mi comentario , no sé por qué . ¿ Me podrías asesorar que pasos debo dar ?
Hola Loli:
no sé por qué se habrá borrado. A mí no me ha llegado. Inténtalo de nuevo o escríbelo en Word y cópialo luego aquí, si quieres. En principio no debería haber ningún problema.
Un abrazo,
Antonia